Solo un respiro [Libre]

Se dejó caer de espadas en el pasto, en donde siempre. Un golpe seco se escuchó, pero eso no le importaba, no había sentido dolor. Se estiró un poco y dejó que sus ropas se ensuciaran sin preocupación alguna. Colocó sus palmas bajo su nuca a modo de almohada. Su  ajustada camisa negra desmangada; sus pantalones vaqueros gastados llegando incluso a tener pequeños rasgaduras; sus viejas botas negras, cumplían con el cuadro de una persona despreocupada. Gracias a la sombra de los enormes árboles los rayos del sol no calaban. El clima era fresco y agradable. Se quedó ahí quieto, con los ojos cerrados y su respirar profundo. Su vieja y amada cámara se encontraba al lado de él, su gastada mochila junto a ella. Cualquiera pensaría que se habría quedado dormido, pero no era así. El cantar de las aves, el movimiento de los árboles lo sumergían por completo en paz. Y eso era todo lo que él quería. Era esa soledad lo que amaba.

El ruido de la ciudad siempre lo alteraba, la gente con sus banales conversaciones le molestaba. Si pudiera viviría en el bosque sin compañía alguna. Hacía mucho que había meditado en esa posibilidad, pero había algo que no le permitía cumplir ese sueño. Había alguien que lo amarraba a la realidad que tanto odiaba. Alguien a quien amaba y por quien dejaría todo para hacerla feliz. Cualquier sacrificio siempre sería poca cosa cuando se trataba de ella. Su hermana era la persona en quien más confiaba. Su hermana era quien lo mantenía vivo.

Su infancia no fue agradable, una familia disfuncional nunca lo es. Mucho menos cuando las cosas acaban tan mal. Le debe muchas cosas a su hermana y nunca podrá terminar de pagarle. La suave caricia del pasto en sus brazos desnudos le dio un escalofrío. Un suspiro se escapó de entre sus labios. Un lamento se leyó en su mente y un cigarrillo fue lo que buscó con pesadez en sus bolsillos. Tomó su encendedor y aun recostado sin casi alterar su postura sacó su cajetilla, tomó uno y encendió el tabaco. Una honda calada inundó su boca, el amargo sabor se adueñó de su paladar. El hormigueo peculiar que cosquilleaba su nariz al expulsar un poco del tenue humo se hizo presente.