Bienvenida seas, Suprema (Shadia, Yuuko y Wanda)

Si el comienzo de un día es relativo para los humanos, para las brujas lo es todavía más. Unas, entre ellas Shadia, lo iniciaban al alba aprovechando sabiamente los primeros indicios de luz mientras otras lo empezaban en el ocaso, encontrando en la noche una tranquilidad irremplazable, sin contar los numerosos conjuros y pócimas que sólo pueden ser creadas con la luminosidad de la luna y el esplendor de las estrellas.

Pero con la líder del clan Onaji nunca se podría adivinar. Había un fuerte rumor entre sus brujas en el cual se aseguraba que ni la misma Yuuko planeaba el momento ni la duración de sus sueños. Si quería dormir, sólo lo hacía sin más, hasta que ella decidiera que era suficiente. No era un secreto que dicha Suprema disfrutara tal falta de actividad y mucho menos que detestara que la interrumpieran. Así que era muy probable que Shadia perturbara su descanso. No sería la primera vez y seguramente tampoco la última.

Cargaba con ella una enorme canasta con panecillos recién hechos. Era un obsequio para Wanda, la nueva Suprema del clan Ardus. Hace una semana que se había anunciado su título y para Shadia esperar más tiempo para presentarse y conocerla sería una grosería que como dirigente de clan no se podría permitir. Y sabía que si Yuuko no la acompañaba hoy, ella ignoraría la existencia de la nueva líder hasta que le fuera útil de algún modo. Ya estaba a unos metros de la puerta principal la casa Onaji cuando un gato negro estaba viéndola fijamente desde la entrada.

—Buenos días, Mao. Vengo a secuestrar a tu madre, te la devuelvo en unas horas, ¿está bien?— dijo sonriendo a lo que el felino sólo asintió para después alejarse. Shadia casi no podía recordar cómo era Mao en su forma humana, habiéndolo visto tal vez una o dos ocasiones como hombre, hace tantos años atrás.

Siguió avanzando y ya parada frente a la puerta, Shadia hizo sonar el pequeño timbre mientras esperaba ser atendida. Observó el bello jardín que era tan diferente al de ella. El jardín Onaji era preciso y elegante, con una perfecta armonía entre arbustos, árboles y flores. El jardín Seré era todo lo contrario, pues tenía una explosión de aromas y colores haciéndolo parecer más a una jungla que a un santuario. Y así le gustaba a Shadia, aunque no podía negar que envidiaba la pulcritud Onaji.

La bruja escuchó que alguien se aproximaba desde el interior para recibirla y fijando su atención en la puerta, esperó que Yuuko ya estuviera despierta. Estar descansada no la motivaría a conocer a Wanda, pero sin duda ayudaría.

Todos los días eran siempre lo mismo pensaba para sí la bruja mientras se encontraba recostada en una inmensa hamaca que colgaba del techo de su estudio  observando de forma paciente un jarrón transparente lleno de tierra.  Cuando realmente se aburría era cuando gustaba de comenzar experimentos que no se molestaba en explicar a nadie hasta que estuviesen completos,  por ejemplo en aquel momento estaba esperando a que germinara una patata a la cual había trabajado durante un par de días para intentar lograr que esta desarrollara patas  y tuviese la capacidad de moverse, sin embargo no era raro que Yuuko terminará más aburrida al tener que esperar, por lo que saltaba de proyecto en proyecto.

Fue gracias precisamente a este aburrimiento que cuando tocaron a su puerta su reacción fue positiva para alivio de la chica que llamaba, quien ya se había visualizado esquivando algún libro u objeto contundente.- Mi señora, le busca la señora Shadia Sayd Boum, desea verla cuanto antes, ¿Qué debo responderle? .- Yuuko le barrio con la mirada con un gesto serio para luego sonreír ladinamente.- Hazla pasar.- dijo para dar un bostezo esperando recibir a su acompañante.

El sonido de aquel caminar era inconfundible, los pasos anunciaron la entrada de la suprema de las Seré en su oficina casi de inmediato.- Abuela Sha-dia~ -dijo al verle pasar por el umbral de la puerta mientras se acomodaba un poco de forma perezosa sobre la hamaca .- Siglos sin verte, pensé que ya habías pasado de esta vida y no me habías invitado al funeral~

Quien conociera  a la líder de las Onaji sabía que esta no destacaba por ser una persona callada o prudente al hablar, sino más bien como la clase de persona que hace y dice lo que se le viene en gana la mayoría del tiempo.- ¿Hamaca? –dijo chasqueando los dedos haciendo aparecer una hamaca idéntica a la que estaba utilizando.  El trato para con Shadia siempre había sido de aquel tipo, pues la mujer caía en gracia de Yuuko, especialmente porque veía a esta casi como una igual, pues se conocían desde hacía muchísimos años, aunque lo que realmente le hacía apreciarla era algo un poco más simplista- Oh~ -murmuró con una voz profunda y una risa disimulada al notar que la mujer traía consigo una canasta con panecillos.-  ¿Pero qué tienes allí? No es mi cumpleaños…  ¿o sí? - Si, Yuuko adoraba los panecillos que Shadia preparaba más de lo que amaba a algunas personas.

Al ingresar al estudio, la atención de Shadia fue enfocada directamente al nuevo proyecto de la suprema Onaji. Fue fácil para ella percatarse de la magia que habitaba dentro del recipiente de vidrio pero imposible explicarse el porqué de tal experimento y eso era mucho qué decir, ya que ella tenía experiencia de sobra con las locuras de Yuuko. Recordó cuando la bruja Onaji se metió en el huerto del territorio Seré para hacer que las plantas se volvieran caníbales y ver cómo se comían entre ellas, todo porque estaba aburrida. Habían pasado décadas de eso pero todavía le revolvía la sangre la imagen de su patio hecho un desastre. Por ello, cuando Yuuko estiró el brazo para alcanzar la canasta, Shadia le respondió con un manotazo en vez de alejarse tranquilamente.

—No son para ti, son para Wanda—dijo volteando a ver a Yuuko por primera vez desde que entró a la oficina—Querida, ¡te ves estupenda! ¿Cuántos fetos de rata tuviste que sacrificar esta ocasión? –terminó con una sonrisa indulgente. Shadia no solía hacer este tipo de bromas pesadas más que con ella, pues no podía ser de otra forma. Luego de enterarse que se convertiría en la próxima suprema Seré y conocer a Yuuko, supo que si no actuaba con la misma malicia y audacia que esta, simplemente no estaría a su altura.

Ay~ -se quejó la bruja ante la negativa de la Seré por dejarle tomar uno de aquellos pequeños y deliciosos manjares que portaba en la canasta, mirándola con algo de reproche infantil pues realmente los adoraba, cosa que estaba más que clara puesto que más de una vez se había colado en su casa para robar algunos cuando se enteraba que esta los había horneado para alguna celebración de su aquelarre o por simple gusto. Sin embargo al escuchar aquel nombre la bruja arqueó una ceja permitiéndose un gesto de sorpresa. ¿Wanda? .-exclamó para dejar de balancearse en la hamaca como lo estaba haciendo antes.

¿La nueva suprema de Ardus? Es verdad, la anterior estiró la pata hace poco, que lastima por… ¿Cómo se llamaba? –dijo llevándose el dedo índice al mentón mientras intentaba recordar, lo cierto era que entre supremas se conocían pero no estaban obligadas a procurarse entre sí a menos que hubiese un asunto tan importante que requiriese de la presencia de todas para tratarlo, las visitas y trato regular eran mera decisión personal.- ¡Lo notaste! –dijo volviendo a mecerse en la hamaca de forma despreocupada- Unos 30, pero fue pan comido, después de todo las ratas paren camadas inmensas, me sobraron algunos por si los quieres,  aunque mi receta no pienso dártela gratis –guiño el ojo tras mirar la canasta para luego dar un profundo bostezo desapareciendo y apareciendo de pie frente a la otra suprema, estirándose de forma felina.

Me pregunto... si los rumores serán ciertos –mencionó de forma misteriosa mientras tomaba una pipa alargada al estilo japonés para encenderla  y dar una calada.- No sé si tus chicas lo habrán escuchado ya, pero dicen que existe una fuerte posibilidad de que, ya sabes, la partida de nuestra queridísima amiga haya sido un poco… adelantada  -aquello lo había dicho usando un acento seseante para luego dar una calada más a su pipa.

¿Qué estamos esperando?,  ¡hay que ir a ver el show! Digo, a ser buenas vecinas–dijo de forma juguetona guiñándole el ojo a la mayor a sabiendas de que se estaba apropiando de la idea ajena, pretendiendo que no solo para juguetear un poco.-